domingo, 30 de septiembre de 2012

Fernando Sor


Fernando Sor nació en el Carrer de Sant Pau de Barcelona, seguramente cerca del
Liceo, donde como se sabe acude mucha gente a escuchar una cosa que se llama
música.

Ni siquiera una placa recuerda ese hecho histórico que sucedió durante el mes de
febrero de 1778.

Fue un músico que consiguió llevar el sonido de la Guitarra desde las más
pegajosas tascas hasta las salas de concierto más elegantes.

  Su manual sobre Guitarra aún se estudia, y sus piezas son aprendidas por los
guitarristas noveles de todo el mundo.

En lo que aquí hemos venido llamando hasta ahora el extranjero se le conoce como
el Mozart  de la guitarra, precisamente de ese tal Mozart compuso algunas
preciosas variaciones sobre melodías de una obrilla menor llamada La Flauta
Mágica, en ese extranjero se le denomina el padre de la guitarra clásica.

Hasta hace unos años era imposible un concierto de guitarra clásica sin que se
escuchase una pieza de Sor, tanto fue así que sus obras más conocidas se han
convertido en clichés que ya no interesan a nadie, ni siquiera en el lugar que
le vio nacer.

  Sor acabó haciendo obras facilonas porque poca gente las podía interpretar bien
en su época. Su estilo  incorporó  los retardos armónicos en la guitarra, al
estilo de un tal Haydn y del propio Mozart, incluso fue de los pocos músicos que
compuso obras para un rarísimo instrumento de tres mástiles llamado Harpolira,
así de Prog era Fernando, avanzado a su tiempo y a las orejas que le rodeaban.

  Sor, que yo sepa, no ha merecido una integral de su obra ejecutada por un
guitarrista de aquí, qué vergüenza.

Su apasionante vida le hizo viajar a Moscú  después de pasar por Londres con
mucho éxito. Como todo el mundo sabe Rusia es una tierra en la que los buenos
músicos no abundan y deben importarlos, de manera que cuando se inauguró un
teatrillo  llamado El Bolshoi le encargaron la pieza, un ballet, con la que se
inauguró, y Fernando no tuvo reparo en hacer música para una orquesta que suena
al Mozart más auténtico o al Haydn más auténtico, elegante y con clase, así era
Sor, igual te hacía una seguidilla que un vals para el Bolshoi.

Poco después, y como parecía un músico con buena mano, le encargaron la música
con la  que se acompañó la coronación de un personajillo de tres al cuarto que
vivía por allí:  el Zar Nicolas I.

Mientras estuvo en Moscú, como buen músico latino,  tuvo tiempo de pegarse el
filete con  la primera bailarina del ballet ruso, Fellicité, y juntos superaron
las gélidas temperaturas del invierno ruso,  porque Fernando era de aquí pero él
no era tonto, ni siquiera este hecho motiva la atención de nuestras autoridades
culturales, sean las que sean, inadmisible porque normalmente es lo que más les
gusta, los filetes.

Hecho todo eso volvió a París,  porque durante la guerra con Napoleón en España
cometió el error de apoyar a los afrancesados y aquí no podía volver por culpa
de nos gustaban las caenas, allí se casó, tuvo una hija y murió.

Su tumba está por supuesto en París, donde en una muestra más de la
"indiosincracia" de nuestros políticos la fueron en su momento a visitar los
gobiernos republicanos y franquistas ( por separado), pero no hubo un duro
posterior para mantenerla, de forma que un escultor de canarias afincado en
París hizo y pagó de su bolsillo una estatua de un chico con una guitarra y la
plantaron encima antes de que pasase a la fosa común, así el gobierno que vaya
en el futuro sabrá donde está  y podrá hacerse la foto.

Pero Fernando, aquí en Barcelona no todos te olvidan.

Por cierto, leyendo la biografía de Sor he sabido que un sistema que se usaba en
aquella época para dar a conocer las obras por parte de los músicos era la
colaboración rotatoria y desinteresada de otros músicos, en función de cual
"estrenaba", no sé si eso podría seguir haciéndose y fomentándose.

A los que les guste la guitarra, ya saben, perdón por el rollo pero de vez en
cuando me da por escribir y no sé a quién darle el coñazo ;-). 
No os perdáis la Harpolira y esta preciosidad que sin duda el amigo Phillips habrá escuchado más de una
vez.
 

by carlosgambero  

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